Dentro del vasto mundo de las palmeras, la palmera datilera o Phoenix dactylifera, es una de las especies más reconocidas y valoradas. También recibe otros nombres, como palma común, támara o fénix. Esta planta no solo destaca por su porte majestuoso y valor ornamental, sino también por su importancia económica y cultural en muchas regiones del mundo.
Dentro del vasto mundo de las palmeras, la palmera datilera o Phoenix dactylifera, es una de las especies más reconocidas y valoradas. También recibe otros nombres, como palma común, támara o fénix. Esta planta no solo destaca por su porte majestuoso y valor ornamental, sino también por su importancia económica y cultural en muchas regiones del mundo.
El dátil es un fruto originario del Oriente Medio y África del Norte, aunque su adaptación al clima cálido y seco ha facilitado su expansión a lo largo del tiempo por diversas zonas del mundo.
Existen registros históricos que evidencian su cultivo en los valles del Nilo y el Éufrates, donde la palmera datilera era considerada símbolo de fertilidad y prosperidad. Estas civilizaciones antiguas ya conocían el valor nutricional de sus frutos, los dátiles, y la incorporaron en sus prácticas agrícolas y rituales religiosos.
En la Península Ibérica, la palmera datilera fue introducida por los árabes durante el siglo VIII, en la Edad Media.
Aunque muchas personas asocian a las palmeras con los árboles, es importante aclarar que no lo son en un sentido botánico estricto. La palmera datilera pertenece al grupo de las monocotiledóneas, a diferencia de los árboles tradicionales que son dicotiledóneos. Esto implica diferencias clave en su estructura y crecimiento.
Las monocotiledóneas, como la palmera datilera, no presentan crecimiento secundario ni madera. Es decir, su tronco no se ensancha con el paso del tiempo ni forma anillos de crecimiento como sucede en los árboles. Por este motivo, aunque cumplen funciones ecológicas similares, su desarrollo interno es muy diferente. Según la definición botánica, las palmeras no son árboles, sino grandes hierbas leñosas.
La Phoenix dactylifera puede alcanzar alturas superiores a los 30 metros, con un diámetro de tronco que varía entre los 30 y 50 centímetros, es rugoso y está cubierto por las bases de hojas caídas. Las hojas son pinnadas, largas y de un color verde pálido, mientras que las flores son pequeñas, fragantes y aparecen generalmente en primavera.
Su fruto, el dátil, puede medir hasta 8 cm de longitud. Tiene un alto contenido en azúcares naturales, fibra, potasio, magnesio y vitaminas, siendo un alimento energético y muy valorado tanto fresco como seco.
El crecimiento de la palmera datilera es relativamente lento estimándose un promedio de 15 centímetros al año.
Empieza a fructificar hacia los 12 o 15 años de edad, y lo hace abundantemente hasta los 60-80. En cuanto a su longevidad, si bien muchas palmeras viven entre 100 y 120 años, se han documentado ejemplares que han llegado a vivir hasta 400 años en condiciones óptimas.
La palmera datilera puede reproducirse a partir de semillas, aunque en el caso de las variedades comerciales, lo más habitual es la propagación mediante hijuelos. Este método tiene la ventaja de garantizar que las nuevas plantas conserven las mismas propiedades genéticas que la planta madre.
Los hijuelos son brotes que crecen en la base de la palmera adulta. Para propagar la planta, estos hijuelos se separan cuidadosamente, asegurándose de que conserven una porción adecuada de raíces. Lo ideal es regar abundantemente la palmera madre varios días antes de la separación, para facilitar el desprendimiento del hijuelo con el suelo adherido a sus raíces.
Una vez plantados, los hijuelos pueden tardar entre 3 y 4 años en comenzar a producir frutos. Este método de reproducción es ampliamente utilizado en zonas datileras, ya que asegura una producción de calidad y una cosecha más homogénea.
Más allá de su valor ornamental y frutal, la palmera datilera ofrece múltiples usos aprovechables, añadiendo a su cultivo beneficios ambientales:
Desde el punto de vista nutricional, el consumo moderado de dátiles aporta beneficios significativos. Una porción diaria de 2 o 3 dátiles es suficiente para disfrutar de sus propiedades sin exceder el consumo de azúcar en ayunas, los dátiles mejoran la digestión.
La mayoría de las variedades de dátiles son ricas en potasio y bajas en sodio, lo que contribuye a mantener la presión arterial dentro de valores normales, siendo especialmente recomendables en dietas destinadas al control de la hipertensión.
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